sábado, 21 de noviembre de 2009

METERLA HASTA EL CORVEJÓN

Hasta que conocí a Diego, no había oido en mi vida la palabra CORVEJÓN (articulación de los cuadrúpedos situada entre la parte inferior de la pierna y superior de la caña a la cual se le deben los movimientos de flexión y extensión).

Meterla hasta el corvejón se refiere al acto de poner a una hembra desbocada por la pasión en posición de 4 patas mientras el macho la acomete por la retaguardia con tanto ímpetu que le introduciria su miembro hasta el mismo punto de la articulación de sus piernas.

Realmente se trata de una bonita metáfora que sugiere poner el mayor de los empeños en darlo todo. Me gusta porque auna pasión, ganas y mucha voluntad por parte del macho (por muy grande que la tenga, en la vida llegará al corvejón).

Meterla hasta el corvejón es una buena actitud ante la vida, soñar por alcanzar lo físicamente inalcanzable.

Muchas veces he tenido la sensación de haberla metido hasta el corvejón y creo que hasta lo he llegado a lograr de forma metafísica y la verdad es que la sensación de plenitud es indescriptible.

lunes, 16 de noviembre de 2009

LAS CÁMARAS NO SE DEVUELVEN

Una de las cosas que más me gustan del ciclismo es la camaraderia que se crea entorno a los ciclistas. Es cómo cuando vas en moto y te cruzas con otro motorista y le haces el signo de la "V".

Existe un código ético y solidario que parte de los buenos hábitos y valores humanos que se acomoda perfectamente a la mayor parte de los ciclistas. Este código no está escrito como regla de juego y nadie te lo enseña directamente, ni es una condición indispensable para poder montar en bici, es algo que poco a poco se va grabando a fuego lento a medida que aumenta el desgaste de las cubiertas, algo que adormece en nosotros y que se despierta en la mayor parte de los que practicamos y amamos este deporte.

Tal vez el hecho de que no esté escrito es una ventaja porque de esa forma no necesita reformas como las leyes y no necesita ser comunicado a través del BOE, digamos que se autorregula y se transmite de forma natural. El hecho de que practiquemos nuestro deporte en contacto con la naturaleza nos devuelve la humanidad que muchas veces perdemos cuando nos alejamos de esta.

Ni se nos ocurre saludar a una persona que camina igual que nosotros por la ciudad pero sí vemos a un ciclista por la montaña y nos cruzamos con él, siempre hay un saludo de por medio.

Una vez me quedé tirado en la montaña, había salido solo a pedalear y mi bicicleta pinchó por segunda vez. Siempre llevo una cámara pero ese día me faltó otra. Al poco rato de estar jurando en hebreo pasó un ciclista y me preguntó sí todo iba bien. Le dije que había pinchado dos veces de forma casi consecutiva y que sólo llevaba una cámara. El tio paró su bici y sacó de su mochila la única cámara que llevaba y me dijo que me la quedara. Le dije que me diera su nombre y su número que más adelante le llevaría una a su casa. No me dió ni una cosa ni la otra y riendo me dijo:

-tranquilo las cámaras no se devuelven.